miércoles, 16 de mayo de 2012

EMPODERAMIENTO FEMENINO DESDE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA: APUESTA ÉTICA PARA CONSTRUIR LA DEMOCRACIA


1.         A manera de introducción
(La intención conceptual y  metodológica)

"Nos   toca   edificar  una  nueva  casa    con
materiales de derribo y técnicas heredadas".
María Elena Simón Rodríguez

Necesario es el desarrollo de una cultura de debate con fundamento teórico en las propuestas de cambio tanto a nivel individual como colectivo, sobre las condiciones sociales generadas por las relaciones de género. Es bueno que existan contradicciones y profundas ganas de hacer cuestionamientos que proyecten diversos puntos de vista. Sobre todo, si se reproducen desde y para mujeres, hayan o no recibido formación en teoría  feminista. Pues, todas desde su cotidianidad, cuentan con un bagaje enorme de experiencias muy, pero muy aleccionadoras. Porque, las relaciones de género están presentes en el trabajo doméstico, en la procreación y la maternidad, en los derechos humanos conculcados o conquistados y, en los liderazgos y la militancia organizada desde movimientos de mujeres y feministas.

El empoderamiento femenino desde la participación política, se plantea acá como posibilidad de transformación de las relaciones sociales. Como opción ética de estos tiempos, que debe ir más allá de la exclusiva participación partidaria o parlamentaria. Urgencia de este presente que es nicho de un sistema no sólo más financiero que productivo, sino preferentemente, más masculino que femenino. Especialmente, en cuanto a sus cuadros de dirección y control político. Porque, en la actual propalada democracia y promocionado Estado de Derecho, se actúa según lo acuerdos tomados por las elites de un poder oportunista que dicta y prescribe, para su propia conveniencia, lo que se puede o no hacer y decir. Reina la arbitrariedad en las relaciones sociales: de arriba hacia abajo. A excepción del relativo ejercicio del derecho al voto (tema además muy cuestionable en su legitimidad), para nada se ejercen derechos y menos decisiones sustanciales de abajo hacia arriba. De ahí lo importante de la reflexión ética, que ayude a encontrar qué hacer para cambiar el estado de cosas, desde las posiciones políticas de las mujeres. Nada fácil la misión, pues el sistema oculta sus entrañables absolutismos con un muy bien elaborado discurso enajenante, incluso a veces, disfrazado de feminista.  Precisamente, la eticidad del tema radica en aceptar que quien no reflexiona sobre las connotaciones del poder, desde una postura crítica, no es consecuente  sujeto de transformación. No ha interiorizado aún el imperante abuso de poder que le es inherente al mercado absoluto con su densidad de especulación, como caldo de cultivo del sistema patriarcal. Que, impide la canalización de los conflictos que produce y reproduce. Pues “el patriarcado y la ideología neoliberal beben de las mismas fuentes...”. (Mujeres en Porto Alegre 2002).

  1. Empoderamiento femenino como participación ciudadana,  más allá del aparato partidario y los  parlamentos
“Empoderamiento” en español equivale al verbo empower  y al sustantivo empowerment. Su traducción se refiere a “dar poder” y “conceder a alguien el ejercicio del poder”. Para los fines de este escrito, empoderamiento es: ejercicio del poder con sentido emancipador. Porque permite aprovechar al máximo las oportunidades que se le presentan a los seres humanos, a pesar de las limitaciones estructurales o impuestas. Es un mecanismo, para desarrollar autoestima y convicción de las limitaciones y aptitudes en la conducción de un sistema social, un organismo, un grupo, etc. El empoderamiento de las mujeres, en la misma proporción y condiciones que los hombres, es un derecho inalienable importante, cuyo alcance se constituye en una alternativa ética. Dado que coadyuva a la equidad entre géneros, y por ende, a la justa distribución de los alimentos materiales y espirituales.  De ahí que asumir que “la dimensión personal es política” inevitablemente conduce a una interpretación más amplia del poder, pues abarca la comprensión de las dinámicas de la opresión y de la opresión interiorizante. No hay “un modelo feminista” del poder. Sin embargo, sin hacer separaciones absurdas y maniqueas entre un poder femenino y uno masculino, con la concepción de “empoderamiento  femenino” se asegura: una conquista necesaria, para que la mujer empoderada desde la acción ciudadana, logre la equidad aún regateada y hasta negada, en beneficio de hombres y mujeres como conjunto. Por eso, aunque acceder a cargos públicos y de gobierno tiene considerable significancia, es más importante tejer nuevos vínculos sociales, para entender que el poder político va más allá de estos ámbitos. Reparar el tejido social con un sentido distinto, no corporativista. Tarea que requiere la construcción de un "nosotras" que resuelva de manera productiva la confrontación con el "ellas" y el "ellos". Este desafío, que refleja la tensión entre el reconocimiento de la diversidad y su superación en una acción ciudadana más amplia, es una necesidad apremiante en el movimiento feminista.

El feminismo político no es unidimensional; la diversidad de organizaciones, corrientes y orientaciones en su seno impide establecer etiquetas fáciles. Pero, “la política” no alude a la exclusiva participación en partidos políticos o al acceso a cargos parlamentarios o de gobierno. Si así fuera, se plantearían limitaciones ingenuas. Pues, la experiencia demuestra que, mujeres muy consecuentes con las necesidades de su pueblo y de su género cuando están en “la llanura”, cambian de actitud cuando usufructúan el poderío desde las instituciones del sistema.

El empoderamiento femenino, conquistado a través de la participación política, es entonces: el proceso por el cual las mujeres asumen su rol de ciudadanas y llegan a ser capaces de organizarse, trabajando, para aumentar su propia autonomía intelectual. A efecto de que, a partir de la diferencia con respecto a los hombres, elaboren  un discurso crítico cultural, que les permita hacer valer su derecho independiente a tomar decisiones y a controlar los recursos que les ayudarán a cuestionar y a eliminar su propia subordinación. Desaprendiendo, en la práctica, saberes adquiridos, para que sin exclusiones y falsos antagonismos, se evite la tergiversación de los fundamentos de la teoría democrática. Sin olvidar que el empoderamiento femenino debe asumirse desde una posición de clase y una perspectiva de género. Pares que “deben ir de la mano”. Sin separar la participación política-ciudadana de la acción económica-productiva. Porque el trabajo, fuera del ámbito de lo doméstico,  representa un desafío en las relaciones familiares y sociales patriarcales. No sólo es un “desempoderamiento” o pérdida de la posición privilegiada de los hombres. También libera y empodera a éstos, material y psicológicamente, cuando las mujeres, además de lograr el acceso a recursos que benefician a la familia y la comunidad, comparten responsabilidades con los varones. Desde la labor empoderada de las mujeres, se liberan ambos. Eliminando estereotipos de género y construyendo soluciones compartidas.

La conquista del poder político-ciudadano por las mujeres, es un reto de la alternativa ética de resistencia al sistema. Mejor será, si se logra al unísono con la conquista del poder dentro  del espacio de la producción no doméstica. Sin embargo, si ese empoderamiento fundamental (el de la producción no doméstica) no hubiese sido alcanzado aún y, la mujer desde su trabajo doméstico tiene los espacios, para emanciparse políticamente, bienvenida esa libertad. Aunque  lo más común es que en las organizaciones reivindicativas participen mujeres que ya lograron una relativa emancipación económica. El empoderamiento, entonces, trasciende lo económico. Por el momento,  interesa el político, para comprender que el empoderamiento de las instituciones de finalidad social, debe abarcar el de las mujeres, como ciudadanas y como usuarias de los servicios, con la misión de incluir la participación y el mejoramiento de la calidad de vida.

3.   Desconstrucción y reaprendizaje: los retos de la alternativa ética

El empoderamiento político fuera de partidos y/o parlamentos, fundamentalmente asegura la educación de las mujeres. Denota un cierto grado de desarrollo personal. Implica su plena participación en la formulación de políticas y en la toma de decisiones, la eliminación de políticas establecidas y de los obstáculos que las discriminan en el empleo y la salud y que promueven la explotación y la violencia. Se pasa del conocimiento a la acción con base en el cambio de concepción. Es desaprender lo aprendido para persistir en los objetivos radicales de la lucha reivindicativa, con métodos que no impiden la construcción de la democracia. Por tanto, hay que ser tenaces con la capacitación y el estudio desde la perspectiva de género. Capacitaciones que permitan el crecimiento emocional, político e intelectual. Dejan así, las mujeres, de sentirse y pensarse como “la víctima” que reclama y demanda sin proponer, para impulsarse como sujetos políticos, capaces de desconstruir (se), crear (se) y recrear (se), en función de sí mismas y de las y los otros. Son capaces de accionar con una ciudadanía fundamentada en la razón y la pasión, en el descubrimiento de lo nuevo a través de la crítica, para reconocer en hombres y  mujeres su esencia de soom politicom (ser político). Es hacer docencia. Transmitir experiencias. Interactuar con los conocimientos filosóficos y de las ciencias políticas y sociales. Formar parte de las actuales discusiones en el campo del derecho, la filosofía política, la economía, la política social, la antropología, la cultura de paz y de la democracia, etc. Significa subvertir el "orden" impuesto y no quedarse en “el ghetto feminista”, repitiendo saberes sólo de las mujeres. Ir al  debate que sostienen teóricos de punta con el feminismo, para escoger conscientemente lo que engrandecerá la propia cosmovisión. Es, evitar peligrosos reduccionismos y funcionalismos que no alientan el pensamiento democrático-radical. Tomando en cuenta lo que en voz de Marta Lamas reza: “Para ¨trascender¨ lo que ha sido el feminismo es necesaria más elaboración teórica, más rigor intelectual”.

 

4.  A manera de conclusiones

 

A.      La mayoría de personas reproducen y reafirman aún el orden establecido. Aunque ese orden atente, en última instancia, contra quien lo sostiene y reconforta con su enajenación. Por eso, las mujeres que son sostén de la economía de un país haciendo malabares, para que subsista la familia y hasta miembros agregados, todavía no ocupan lugar de preferencia en los programas económicos del sistema. Tampoco  en la militancia política y de gobierno. En las filas partidarias por ejemplo, son  protagonistas de más de una injusta discriminación oportunista. De ahí que el empoderamiento de participación ciudadana de las mujeres, requiere un cambio fundamental a nivel macro en la agenda del desarrollo, así como el apoyo explícito, para que ellas cuestionen la subordinación de género a nivel micro.

B.      El empoderamiento en función del acceso al poder político, debe entenderse como: transformación de las relaciones de poder en toda la sociedad. No sólo en “mi” casa, en “mi” organización o en “mi” país. Pues, cada uno de estos elementos está regido, quiérase o no, por las normas del poder globalizado. Por eso, tiene importancia crear estrategias explícitas, para asegurar que las mujeres puedan participar, estar equipadas con los conocimientos, los recursos, el espacio y la información, para elaborar sus propias opiniones y tomar sus decisiones. Y, sobre todo, hacer esfuerzos explícitos, para incluir a las mujeres más pobres al  estructurar futuros programas de desarrollo, que realmente sean alternativos, para las mayorías. Que a esas mayorías pertenecen casi todas las mujeres del mundo.

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